domingo, 5 de julio de 2009

Tan pronto

domingo, 5 de julio de 2009


A varias semanas de la muerte de Michael Jackson, quizá con la resaca en plena efervescencia, me atrevo a hacerlo como guía para hacer una reflexión de las mías. Me resistí a comentar el acontecimiento en su momento porque realmente la saturación hiciera que las palabras sonaran entre tantas mas de lo mismo y por tanto perdieran, (fundamentalmente para mi que esto ya sabéis que tiene su lado terapeútico), su poco o mucho valor. Personalmente nunca he tenido como idolo a Jackson si exceptuamos cuando Michael era pequeñito, negro, con el pelo rizado y decía que le echáramos la culpa al boogie. Bueno , quizá un poco mas tarde también, cuando yo frecuentaba los bajos de AZCA y sonaba ese Rock with you , de su disco Off the wall ( que me sigue pareciendo de las mejores lecciones de R&B de la historia. Excelente disco eclipsado por el archimegaidealizado Thriller). El caso es que en los últimos años yo había pasado mucho tanto del Jacko músico como del celebrity. Yo soy uno mas de los que les parecía un maníaco depresivo con alteraciones mentales graves, derivadas probablemente de un alma maltratada y despersonalizada desde su infancia, amén de miles de cosas mas que pudieran explicar los psicólogos estupendamente. Un individuo que intenta destruir su propio mito a base de cambiar el aspecto que tenía cuando alcanzó ese estátus, cuyo comportamiento probablemente pudiera describirse en próximos tratados de psicología. Destruir al mito que le estaba matando intentando convertirse en alguien que ni siquiera reconociera el mismo cuando se mirara al espejo.

Fuera de esas reflexiones, el comportamiento de Michael Jackson es el mismo comportamiento de una parte muy importante del género humano, que por diversas razones, que van desde alcanzar un reconocimiento social hasta la pura necesidad, se transvisten en personas diferentes a las que realmente son, convirtiéndose en el mejor de los casos en un disfraz que uno se coloca por las mañanas cuando se enfrenta al mundo y en el peor en una carcasa externa que ahoga y aprisiona el verdadero yo. Si la persona no es demasiado inteligente como para observarse ella misma y acepta con resignación en lo que se ha convertido como parte de su vida, eso pasa a ser una especie de enfermedad crónica, que ni avanza ni disminuye, que de vez en cuando tiene un repunte y se sufre, pero que por lo general se soporta. En cambio, cuando la persona es capaz de mirar hacia adentro y lo que ve lo compara con lo de fuera y no lo reconoce, surge la crisis de identidad, la angustía y, si no se pone remedio a tiempo en forma de ayuda, la autodestrucción mas o menos lenta o rápida dependiendo del grado de conciencia de la pérdida de la personalidad de cada uno. En ambos casos la situación se asemeja mucho a estar muerto en vida. Algo así como Jackson.

Y hay mucha, muchísima gente cuyo disfraz está preparado desde muy pronto en forma de planes que otros hacen para ellos. Nunca sabrán quienes los preparan, en la mayoría de casos creyendo que es un bién para quienes los hacen, cuanto daño pueden causar, cuantas vidas pueden quebrar desde muy pronto. Desde aquí lanzo uno de esos pensamientos que por razón de lo que significan, son meras quimeras, pero aún así, y dado que esto de blogger es gratís lo voy a decir: Me gustaría que nadie albergara jamás el proyecto de que nuestros hijos un día sean mitos de lo que sea mas allá de lo que ellos quieran realmente ser. Piensa en ti mismo, mira hacia adentro y compara con lo de fuera. Después imagina a tus hijos haciendo lo mismo un día.

Ojala lo que veáis no os provoque escalofríos. Y si los sentís, poned remedio ahora.


La canción Gone too soon , que en su día Michael Jackson incluyó en su repertorio, es una extraña predicción a base de metáforas, de todo lo que ha pasado. A propósito , la he incluido en una versión de su verdadero autor, Babyface, acompañado por otro niño prodigio que afortunadamente supo salir del molde que le crearon, el maestro Stevie Wonder.

3 comentarios:

Bertix dijo...

No se me había ocurrido ver ese otro lado. Si fuera así, debió vivir muy atormentado.

Beso!

Spica dijo...

...madre mía...como me ha gustado este post!!!...y que de acuerdo estoy contigo amigo Bosco...un abrazo...

Centro Picasso Vilnius dijo...

Una vez estuve hablando con mis compaçeras secretarias sobre si me gustaría o no tener hijos, y una de ellas, algo mayor, que tiene uno de 15, empezó a amargarse porque ella hubiera querido que su hijo fuese muy listo, y sin embargo había repetido curso, no le obedecía, etc., etc. Y pretendió darme una lección diciendo: "lo que hay que hacer es no ilusionarse con los hijos, porque luego te decepcionas".

Me pareció el mayor ejemplo de mala madre amargada que he visto en mi vida. Siempre he creído, como profesora, que los hijos son sólo tan buenos como sus padres.

Creo que el caso de MJ demuestra mi teoría, a pesar de todo.